jueves, 9 de abril de 2015

Mis creaciones literarias

                   Mi autobiografía

Mi nombre es: Jonathan Josué Cando Herrera. Tengo 11 años. Mi papá se llama Luis Pérez y mi mamá  Adriana Cando. Yo nací en el 2003, el  22 de septiembre en Quito-Ecuador.   Cuando yo tenía 2 años ingrese a la Guardería, y tuve muchos amigos, allí me divertía. A los 6 años ingresé a la Escuela ´´Eugenio Espejo´´a  2do. de básica, hoy estoy en 7mo. de básica ´´C´´. Me gusta jugar fútbol, pasear con mi perro Tomy y jugar con mis amigos. Mi logro fue cuando me gané una medalla en natación. Me gusta comer pizza y  hot dog. La parte más triste de mi vida fue cuando se murió mi perrito Tomy 1 a los dos meses y lloré muchísimo, pero me compraron otro y ahí fue cuando me puse muy feliz, le pusimos Tomy, después mi familia y yo festejamos. Mi perrito ahora tiene 11 meses y medio.
Mi papá me compró un PSP 3001 y estoy mejorando en mis notas, bueno un poquito, yo pensé que iba a perder el año pero no me quede en nada y por esa razón me compraron el PSP 3001 estaba bajando de notas y estaba triste.




Mi paisaje 

El paisaje es grandioso                 
                       bonito y fabuloso                                                 
pues me gusta porque es hermoso
grande y frondoso                         

El paisaje es lindo                         
y se ve muy sólito                         
         los animales juguetean                           
brincan, saltan y revolotean          

Mi corazón se alegra                     
cuando viene la primavera            
pues juego con los animales         
hasta cansarme y hablarles           
































EL CURA SIN CABEZA

 "Esta leyenda también es común en varias ciudades interandinas del país; se cuanta que en otra época vivía un sacerdote de escandalosas costumbres, que mantuvo relaciones con numerosas beatas. Cuando el cura murió su cabeza fue cortada y se la llevaron los demonios", manifestó Jorge Castillo.
Desde entonces, el alma del Cura recorría las calles de Cuenca por las noches, buscando inútilmente su cabeza. Una versión mas picaresca de la leyenda asegura que el curita tenia la cabeza en su sitio, pero tan buena era que, para evitar miradas indiscretas cuando salía a sus andanzas ocultaba el cráneo bajo un manto, y de este modo se asimilaba a una alta figura decapitada. El propio sacerdote se encargaba de propagar la versión de "aparecido" para que sus buenos feligreses se abstuvieran de fisgonear por las noches.
















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